lunes, 15 de septiembre de 2014

Llamado

He cerrado mis ojos y apretándolos con un leve forcejeo entre párpado y pestañas, deseo acudir al punto final.
Si relatara las negaciones nocturnas que se apoderaron de mí, partiendo de ti, no sería más que un vano intento por querer verme en otros pies, sin estos lazos y esta boca mía que no suele agradarme.
He pensado en las lunas que negué a mis dedos, solamente por no saber refugiar mis sentires en esos rayones de niña que lloré. Permanecer en el letargo, al cabo de un prudencial tiempo, acaba por perjudicarme. Hoy no quiero eso.
Las auto-confesiones que siempre acuden a mí con su amargue, ya no funcionan y en verdad añoro que no fuese así.
Mantener la voluntad de escribir es tedioso, pero no podría soportar no leerme de nuevo, aunque lo que escriba parezca un chiste, aunque un verso de Arjona tenga más valor literario... En fin, necesito desatarme.
Los cables se me enredan y de repente pienso en lo poco que leo ahora, en cuanto a lo que el consumo de libros refiere. A cambio, leo un mundo. Uno para el cual no se tiene una preparación previa, un prólogo o algo que evite el invertir el tiempo en él.

Aventada, así me siento. Como un saquito de carne que no sabe levantar la mirada y piensa "¿por qué carajos no puedo sentirme normal?" Es absurdo, pero más o menos es así. Y ni hablar de las ganas de escribirte y pedir una oportunidad para retornar de la pausa. No para continuar con una relación entrecortada, sólo algo de distraccion para las cabezas. Extraño esas conversaciones, eso es. Pero sé que no es posible bajo las circunstancias que ambos conocemos. Porque no supe detenerme cuando fue necesario y dejé que todo se desbordara.


¿Cómo es que te fue tan fácil librarte de mí, cuando yo llevo esta vida entera intentándolo?


Y te pido que comprendas que te escribo esto y sé que lo leerás, ya que la única intención de mis palabras es solicitar una tregua.
¿Cómo saber que la aceptas?


Sabes bien que leo entre líneas.

Ridículo y completamente fuera de todo entendimiento. Pero sabes que soy compleja, siempre lo supiste y también quiero probar que no me equivoco.¡Qué egoísta me he sentido!
No sé si aún conservas mi número y en dado caso que me entiendas, no dudes en sorprenderme. Sigo perdida, como me recuerdas y desesperada al punto de llamarte, a mí manera.

No hay más por escribir. Sé que podría esto serte bastante divertido. Si decides ignorarlo, entenderé, al fin y al cabo me he acostumbrado un poco a las consecuencias de mis actos. Sólo quiero que pienses un poco, ya que bien o mal, puede que en alguno de esos intercruces de palabras, hubieses pensado en esta pequeña mente confusa que de una u otra forma te era afín.

No olvido que debiste enseñarme mucho más, porque siempre admiré eso de ti.

Por ahora, jugaré a que quiero salvar el mundo, mientras muelo mis huesos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario