martes, 19 de agosto de 2014

De mis intentos desesperados y otras cosas que apestan

La experiencia de toparme con una página en blanco se vuelve cada vez más abrumante e intimidadora. Parte de retomar el proceso de escritura, incluye un despiadado periodo de ausencia lírica. No consigo tener ideas concretas o si quiera un relato decente para escribir. Y me extraña, porque soy testigo y vocera de que mi historia los últimos meses se ha caracterizado por ahondar entre pasajes oscuros y momentos de alegría desmesurada.
Me quedan mis sueños, que bien o mal continúan aquí, haciéndome creer que el mundo onírico me representa mucho más disfrute que mi propia lucidez. Eso es todo.
Tiempo atrás, hubiese alardeado de mis nuevas posesiones. Caminando por la 54 tuve la maravillosa idea de escribir algo relacionado con el título "el llamado del uke" en alusión a mi nuevo amigo sonoro. Repasé la idea mientras me dirigía a la tienda de música y simplemente no cabía de la dicha porque se me ocurría por fin algo.
Ese día divagué bastante y cuando logré sujetar a Pancho (así me dijo que se llamaba, no es mi culpa) lo que tenía en mente se esfumó. Ya no era todo como antes.
Cuando fui a Cali, preparé una bitácora completisima de encuentros con la ciudad que vio a Caicedito nacer y apagarse. Un recorrido bastante emotivo y enriquecedor, sentido como un camino del infierno al cielo, el cual culminó con mi visita a su tumba, llevando flores rojísimas y llorando mientras le leía al flaco lo que le había  escrito. Sin lugar a duda una experiencia que trajo a mí, nuevas expectativas y dudas. Pero al llegar a Bogotá, mis incontrolables deseos por relatar los días vividos allá, se desvanecieron ante la desesperanza al confrontarme con ésta, mi realidad.
También hubiese escrito una y otra vez, los encuentros ocasionales con uno que otro Don, y la luna sonriéndome, y las malditas canciones... Todo eso que se viene encima con aquello de la cursilería y las falsas expectativas. Pero, desperté algún día sabiendo que no sirvo ni serviré para eso. No hay más que decir al respecto.
Mi mejor amiga volvió a estar en contacto conmigo y la ilusión de poder compartir las ocurrencias de esta cabecita mía, me impulsaba a realizar nuevos proyectos junto a ella.
Duele saber que cambié en estos años.
Pierdo seguido el contacto con ella por elección, no quiero que se desencante tan pronto de esta amistad que juramos eterna, no quiero que esta relación se quebrante y no quiero soportar la ruptura de otro lazo no-sanguíneo. Soy egoísta.
Es pronto para redirme y eso me gustaría tenerlo más que claro. Leo uno que otro blog y me agrada la persistencia de muchos, que no se dejan opacar ante los días que carecen de inspiración. Hay algunos que hacen de un evento tan trivial como ir al baño, una anécdota memorable. Y yo quiero eso. Pero no es tan sencillo.
Mientras continúo en este plan desgastante, deseo a usted lector/a que anda leyendo esto, (ya sea una casualidad o causalidad) un buen día/tarde/noche. Agradezco su seguimiento a estas poquísimas líneas que no son más que otro de mis fallidos intentos por resurgir en esta selva de las letras. A fin de cuentas, vale más esto que invertir mi tiempo en dar vueltas en la cama y sonarme la gripe.

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