Existe un punto de partida, sin terminación fija.
Hay una insatisfacción que no puede ser negada.
Una ausencia sin especificación.
¿Cómo es que se és su propio calabozo?
Pasan noches, ellas tan amigas mías como siempre y entonces, atraviesa una persecución.
Proyecciones que se balacean y transportan en un zigzagueante movimiento.
Es algo confuso.
Busco causas y consecuencias, de lo que viene y vendrá.
Nos hacemos a pedazos, como construcciones endebles.
Y es que, se puede invertir el tiempo en algo más alegre -esto me lo recrimino al pasar las diez- sin embargo, ¿acaso no soy también esta telaraña nocturna, madeja inquieta lunar?
Soy estas dudas y también pedacitos de inseguridades.
La vulnerable condición a la que me veo expuesta, con cada alfil. No puedo asegurar el juego.
Sé que pierdo. Sé que me pierdo.
Pero no debería revelarlo.
Cables que se intercalan y deberían conectar.
Rastros que buscan cicatrizar, que más que infectar, se hunden y te jalan consigo. No es justo, del todo.
Quisiera entender el porqué de esta condición.
A veces la minimizo, pero retorna.
Sabe cómo volver.
Con esto no se 'carga', solo se está.
Se quieren justificar los impulsos.
Empujones que me lanzan a la deriva.
Como si realmente me importara.
Aún así, me engancho.
Fiel y aferrada, garrapata de huesos y carne.
¿ a qué?
A la nada.
A la canción que suena.
A la línea de una bella actriz.
Al olor de uno de esos días.
Al frío en mis pies.
Al recuerdo.
A nadie.
Ni los peces, ni la muerte, son tan insensatos como el ser humano para caer por su boca.
Ni la boca, ni el humano, tienen la muerte del pez.
La muerte se jacta con humanos creyéndose peces.
A los peces no les importa morir.
Hay una insatisfacción que no puede ser negada.
Una ausencia sin especificación.
¿Cómo es que se és su propio calabozo?
Pasan noches, ellas tan amigas mías como siempre y entonces, atraviesa una persecución.
Proyecciones que se balacean y transportan en un zigzagueante movimiento.
Es algo confuso.
Busco causas y consecuencias, de lo que viene y vendrá.
Nos hacemos a pedazos, como construcciones endebles.
Y es que, se puede invertir el tiempo en algo más alegre -esto me lo recrimino al pasar las diez- sin embargo, ¿acaso no soy también esta telaraña nocturna, madeja inquieta lunar?
Soy estas dudas y también pedacitos de inseguridades.
La vulnerable condición a la que me veo expuesta, con cada alfil. No puedo asegurar el juego.
Sé que pierdo. Sé que me pierdo.
Pero no debería revelarlo.
Cables que se intercalan y deberían conectar.
Rastros que buscan cicatrizar, que más que infectar, se hunden y te jalan consigo. No es justo, del todo.
Quisiera entender el porqué de esta condición.
A veces la minimizo, pero retorna.
Sabe cómo volver.
Con esto no se 'carga', solo se está.
Se quieren justificar los impulsos.
Empujones que me lanzan a la deriva.
Como si realmente me importara.
Aún así, me engancho.
Fiel y aferrada, garrapata de huesos y carne.
¿ a qué?
A la nada.
A la canción que suena.
A la línea de una bella actriz.
Al olor de uno de esos días.
Al frío en mis pies.
Al recuerdo.
A nadie.
Ni los peces, ni la muerte, son tan insensatos como el ser humano para caer por su boca.
Ni la boca, ni el humano, tienen la muerte del pez.
La muerte se jacta con humanos creyéndose peces.
A los peces no les importa morir.
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