viernes, 28 de noviembre de 2014

Ruptura

Cada quien, a su modo de ser, precisa una forma de hacer catársis. El recogimiento o acongojo varía y pese a que pueden fijarse ciertas similitudes en el comportamiento de los individuos, las vertientes son inciertas y poco predecibles.
Me tomo el atrevimiento de pensar justamente en esas, las similitudes, para no sentirme tan aislada en este proceso.

No siendo muy amiga de las numeraciones, creo pertinente mencionar un temblor que momentáneamente se trepa sobre extremidades en conjunto con una sensación hielosa, similar a una mañana muy fría de martes. De repente, puntas de dedos parecen ya no sentirse y se tornan fijas, sin vida.
El llanto puede o no aparecer.
Más bien sí, pero nunca de la misma forma.
Intensidad, ritmo y tiempo de duración cambiantes; lágrimas, lagrimones, gotitas o sólo ojos apachurrados.
Ese nudito en la garganta, medio ahogado, simulando un grito mal pegado (o mejor aún, un no-grito).
Mirada fija en un punto, realmente no importa cuál.
Y luego, letargo.
Un cuerpo abandonado a sus anchas, como una escena del crimen; una muy íntima y poco oportuna.

Al iniciar este blog, anuncié a mis adentros el deseo de quitar el toque confesional que los pasados tenían... De nuevo escribo, a manera de testimonio, sin más. Así es mi voluntad 'inquebrantable'.
Esta noche, para ser honesta, eso me tiene sin cuidado.
Tengo otras marañas en la mente.
Pienso por ejemplo, que hay cosas que debo resolver y asuntos que creí olvidados pero que nada más se tomaban una siesta a cuesta mía.
Regresan y con ellos, me voy yendo, de a poquitos.

Despertar es más complicado. Ojos hinchados, labios secos y dolor de cabeza. Síntomas de malestar general y una fiebre interna que no se apaga con analgésicos. Tres resacas montadas sobre uno y sin exagerar, tal vez más.
Deseo detenerme, no lo dudo.
Poder ya es distinto.

Terminando esta entrada, queda decir que el vacío continúa.
Me siento solísima y paso por esto cada noche, agarrada de lo que puedo, como si se tratara de sosternerse y aguantarse, con miedo a que se acerque una caída vertiginosa. Espero a entraña y corazón que la calma vuelva, aunque siempre he sido más de pequeñas catástrofes. No, no deseo atención y espero que no se refleje lo contrario por lo que escribo. Sólo necesito dejar en algún lado esta constancia post-loquesea, ya que puede llegar a ser clave en un futuro proceso de desintoxicación.
Ojalá...
En serio. Ojalá.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Notas para no dormir: Noviembre.

Hay árboles con hojas marchitas.
Hojas que se desprenden una a una, sin dolor.
Es un adiós rápido, casi fugaz.
Miro el suelo y piso sus rastros naranjas que rugen al son de la zuela.
Caminar se torna en un acto destructivo.
¿Quién debe echar raíces ahora?

Sin tacto he acabado con cada pedazo.
Desconociendo el infortunio de una despedida inevitable.
Esbozando una sonrisa insatisfecha pero mordaz.
Sin distinción del gozo o la pena.

Hay un túnel que se extiende y se proyecta sobre mí.
Parajes inciertos que ante cualquier tentativa se desdibujan, para vestirse de espejismos.
Carcajadas y gestos significantes, no trascendentes.

Te he visto como el producto de un mal sueño.
Y yo sigo sin dormir.

Hay una voz que a medias me llama.
Su nombre y el mío son similares.
¡Acalla el ataque de aquel que no logra entender!
Pero así es como termino tendida y sin palabra alguna.

¿Qué es tan importante?
En realidad nunca lo he sabido.

Entierra esos dedos tuyos tan rápido como puedas.
Olvídate de las conversaciones lunares de cada Miércoles y el azul de los Jueves que se desprende en la mañana.
Huir es elección pero a cambio se obtiene el tacto indiferente de una figura solitaria.


Hay hojas, desprendidas, pisoteadas.
El asfalto se viste de naranja añicos.
Ahora es cuando y no después.
Entonces me veo toda hecha incertidumbre.
No hay una palabra válida.
No hay una caricia que no se apegue a la inmediatez.
Es el negativismo nocturno, las puertas atascadas y los rumores incautos.
Es mi estampa, es mi pelo y también la maraña que entre él y mi cabeza se tambalea, sin rumbo.